Independencia y Objetividad
Una semana después de la emisión de ¡Copiad, malditos!
un post de Juan Luis de No (@juanluisdeno), productor ejecutivo del documental.
He leído muchos comentarios y críticas de ¡Copiad, malditos! tengo que decir que la inmensa mayoría de las opiniones son positivas. ¿Quiere eso decir que la mayoría tiene razón? No, ni mucho menos, pero el objetivo que perseguíamos en elegant mob films hace más de 5 años cuando decidimos sacar esta idea adelante, está ampliamente conseguido. Hemos llegado a mucha gente ajena a este debate hasta ahora, y hemos estimulado a los que ya estaban en él, incluyéndonos nosotros. Mucha gente ha aprendido cosas y algunas personas se han quedado con las ganas de que la película fuera de otra manera. Bueno, ahí están las entrevistas íntegras, a ver quién se lanza a montar su versión, que para eso es la licencia Creative Commons que tanto ha costado conseguir para una producción como esta.
Pero en realidad lo que me interesa poner sobre la mesa en este momento es una reflexión acerca de la independencia con la que trabajamos y que tantos sinsabores nos ha traído, no ahora con ¡Copiad, malditos!, sino siempre, en cada uno de los trabajos que hemos abordado. También nos ha dado muchas satisfacciones, - no estoy escribiendo esto para lloriquear - la más importante: dormir tranquilos todas las noches.
Y ¿Qué es trabajar con independencia? Parecerá muy obvio, pero después de más de 20 años en el oficio he llegado a la conclusión de que no lo es. La independencia total al hacer una película documental no existe pues siempre hay limitaciones de recursos, lo que te obliga en un momento dado a asumir un grado de compromiso y renunciar en parte a contar exactamente lo que quieres para contar aquello que puedes contar. Aún así nuestro grado de independencia es muy alto. No trabajamos para contentar a ningún sector. Las reflexiones que hay en nuestros trabajos son nuestras y de nadie más, y parten de nuestro análisis aunque haya personas con las que coincidamos en cuestiones esenciales. Esto no quiere decir que seamos héroes, simplemente quiere decir que formamos parte de un fenómeno creciente formado por profesionales y no profesionales, que exigimos un cambio en la filosofía de la comunicación, y lo exigimos llevándolo a la práctica en la medida de las posibilidades de cada quién. Inventando, experimentando todos los días y equivocándonos también, por supuesto. No estamos de acuerdo en todo ni mucho menos. Somos personas, no corporaciones. Venimos de lugares dispares y estratos socioeconómicos muy diferentes. Cada uno tiene su ideología personal que emana de la reflexión individual sobre los asuntos que nos afectan como personas, filtrada a través del recorrido humano y cultural que haya en cada caso. Exigimos nuestro lugar en los medios de comunicación públicos que, cómo son de todos, deben ser capaces de dar voz a todo tipo de opiniones independientes. Aunque también en mi opinión los medios privados tienen la obligación de hacerlo, al menos los que utilizan el espectro electromagnético, que es de todos y, por tanto, no se debería usar al gusto particular de la corporación de turno con el único objetivo de hacer dinero a cualquier precio. Ya sé que esto choca frontalmente con la doctrina oficial neoliberal. En fin, visto el lugar al que nos está empujando esa doctrina no me puedo resistir a llevarle la contraria.
Quienes siempre han controlado los mensajes que se expanden por el mundo y que todavía los controlan en gran medida, reaccionan de forma virulenta ante cualquier expresión libre que tenga alguna posibilidad de difundirse a gran escala sin su control. Se sienten amenazados. Las personas podríamos llegar a pensar de forma autónoma y eso es muy peligroso. Pero es imparable. Se van extendiendo poco a poco las ideas independientes, y digo independientes, no necesariamente acertadas, ni objetivas. Porque ¿quién posee la verdad? y ¿quién puede de decir en serio que es objetivo? Para mí lo importante es no intentar engañar a nadie, y no ser cínicos, algo tan extendido en el oficio llamado “periodismo”.
Lo mejor de todo es que la independencia genera más independencia. El resultado es que cada vez hay más personas que se atreven a difundir su opinión independiente y al mismo tiempo se atreven a aceptar ideas de otros y reconocer que alguien puede tener razón a parte de ti mismo. Sí, me refiero a eso tan esencial y antiguo como: “tenía Vd, razón” o “pues vaya, no se me había ocurrido verlo desde ese punto de vista”, e incluso a cambiar de opinión. Porque, amigos y amigas, ¡se puede cambiar de opinión! Aunque jamás lo veamos en los dirigentes políticos y económicos, se puede dar la razón al otro. Sí, sí, no os preocupéis que no pasa nada. Es más, debería ser un ejercicio diario obligatorio para ejecutivos, altos cargos y otros personajes “importantes” llevar la contraria al partido y dudar de lo que dicen sus jefes de filas. Porque como dijo un poeta hace poco… quien no tiene dudas es lo más parecido a un imbécil. Eso si, un imbécil objetivo.
Juan Luis de No (@juanluisdeno)
Director y productor de documentales.
Productor Ejecutivo de ¡Copiad Malditos!
www.elegantmob.net
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